La luna crece y decrece, mientras
los cuerpos descansan con una paz inquietante bajo la hierba fría, los cuervos
vienen y van, interrumpiendo el silencio sepulcral que inunda la vasta llanura.
La vida sigue su curso, las
plantas florecen efímeramente ocultando su belleza esquiva, los cuerpos se descomponen lentamente y los gusanos continúan en su macabro festín.
Los despojos humanos pierden cada vez su
humanidad mientras la naturaleza reclama lo que siempre ha sido suyo, solo unas
negras uñas se niegan a desaparecer como símbolo inerte de lo que alguna vez
fue.
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